Inseminación artificial con semen congelado – La primera inseminación artificial exitosa en equinos data del año 1322. La mencionada inseminación se logró recolectando el semen de un padrillo de raza árabe desde la vagina de una yegua recién apareada y transportándolo en leche de camello para luego introducirlo en otra yegua. La primera preñez obtenida con el uso de semen congelado equino fue reportada por Barker y Gandier en el año 1957.
Usar semen congelado provee la posibilidad de tener acceso a semen de potros fuera del alcance, potros en competición, potros enfermos, heridos, así como tener semen a mano y siempre disponible cuando la yegua está en el momento óptimo de fertilidad.
Esta técnica favorece las posibilidades de fecundación y, además, ofrece mayores garantías sanitarias, sin embargo, el éxito con la utilización de semen congelado requiere que el médico veterinario esté familiarizado con las técnicas apropiadas de descongelación, evaluación y manipulación del semen congelado, así como de las distintas estrategias de reproducción empleadas para maximizar la fertilidad.
Cuando la yegua entra a un programa de reproducción en donde se utilizará semen congelado, existirán varios factores que influenciarán las tasas de gestación obtenidas. Esto incluye; la integridad o calidad del semen, la dosis inseminante, el tiempo de inseminación, el sitio o técnica de la inseminación, el estado reproductivo de la yegua y el manejo de la yegua durante su ciclo estral.
Después de que es colectado el semen fresco es evaluado para ver su calidad. Esta evaluación inicial es importante para determinar si el semen es congelable. El proceso de congelación debe efectuarse en forma gradual y controlada, ya que la membrana espermática equina es muy frágil.